lunes, 16 de junio de 2014

Películas que debes ver antes de morir: “El círculo rojo" (Le cercle rouge, 1970), de Jean-Pierre Melville

Reproducimos el artículo de Raúl Ruiz Serna sobre la próxima función del Cineclub La Rosa, y una película que "hay que ver antes de morir".

El circulo rojo es una película de atracos al más puro estilo cine negro, pero al mismo tiempo es mucho más que una películas de atracos, es poesía visual fascinante construida en base a la conjunción de unas imagenes de una belleza fría y distante, y de una banda sonora repleta de silencios… Jean-Pierre Melville se siente fascinado por la mitología urbana norteamericana, por su violencia, por su nihilismo, ama el cine negro norteamericano, pero su sensibilidad es la de un poeta, la de un artísta obsesionado con la perfección y el detalle, cada imagen, cada sonido, cada gesto, todo parece importante, hasta tal punto que la historia es lo de menos, lo importante es como la cuenta, que transmite, que te hace sentir sin que apenas te des cuenta. Siendo el cine negro un género de acción, de continuo movimiento, sino mirad los clásicos del cine negro de Raoul Walsh o Howard Hawks, el polar de Melville es quietud, pausa, reflexión, es un cine de contrastes, en el que parece que pueda ocurrir cualquier cosa en cualquier momento, pero en el que nada de eso realmente importa, lo que importa realmente es lo fascinado que se siente el espectador con todas las pequeñas sensaciones que transmite. Es por ello que su cine requiere que el espectador no solo busque un argumento que lo entretenga, sino que además sea sensible a la imagen, al sonido, al detalle. Si se es sensible a todas esos estímulos ver una película de Melville es mucho más que una película, una experiencia.

El Polar es un género propiamente francés pero sumamente influenciado por el cine norteamericano, es en definitiva una versión francesa del cine negro y el policíaco que se hacía en Estados Unidos en los años 40 y 50, y de la literatura de las novelas pulp norteamericanas de los años 20 y 30, la influencia va más allá de las historias y sobretodo es patente en la estética, en los usos de tópicos y de elementos que conforman tanto los personajes como la ambientación, pero con una sensibilidad propiamente francesa.

Jean-Pierre Melville es el director con más talento de los que realizaron Polar entre los 50 y los 70, su cine negro es uno de los más personales, especiales y extraordinarios, cuando por otro lado es un profundo admirador del cine norteamericano y su cine no deja de ser un homenaje a ese cine que admira, pero más allá de la admiración encontramos una gran personalidad propia, Melville es un esteta del cine tan refinado y perfeccionista como puede serlo Wong Kar-Wai, por poner un ejemplo de director-artista, así sus historias son sencillas, tópicas y muy masculinas, pero las formas cinematográficas son las de un gran artista obsesionado con la perfección.

El círculo Rojo (Le Cercle Rouge) (1970) es uno de los mejores polares de todos los tiempos, pero es que varios de los trabajos de Melville están entre lo mejor de este género: El Samurai, El Confidente (Le Doulos), Hasta el Último Aliento (Le deuxième souffle) o Un flic son todas obras maestras del género. El círculo Rojo tiene además un reparto de primer orden, como es frecuente en el mejor cine de Melville, así tenemos actores del nivel de Alain Delon, Bourvil, Gian Maria Volonté o Yves Montand, entre otros. La película tiene además una de las mejores escenas de atracos que se han filmado jamás. En realidad toda la película es una gozada visual, cada imagen tiene un encanto especial, la fotografía de la película es espectacular, fría y distante, pero de una belleza casi mágica.

Raúl Ruiz Serna

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